sábado, 5 de noviembre de 2011

Todos estan muertos (1985)



Información extra:
Año 1985, un grupo de rock ensaya ruidosamente junto a unos establos y las vacas dejan de dar leche; la denuncia por ruido no se hace esperar y los Ilegales tienen que buscarse otro local de ensayo. La pérdida no fue grave, porque gracias a la mudanza forzada y a la higiene de las esposas de los denunciantes, hoy existe “Hacer mucho ruido”, uno de los hits autobiográficos más celebrados del universo ilegal.
Esa es una de tantas historias verídicas de “Todos están muertos” y no es la única. Los coletazos de la reconversión industrial están retratados en los días lluviosos de “El norte está lleno de frío”, cuando siempre había detenidos; la delincuencia floreciente del momento está personificada en el hermanito macarra, que atraca bancos en Gijón y pasa de sermones, en “Bestia, Bestia”… Y hasta aparece un pequeño homenaje a Alberto Turulla en “Ella saltó por la ventana”, quien murió electrocutado por no dejar de tocar cuando caía la lluvia en el escenario. Todo el disco conforma un fotograma musical que atrapa historias vividas, sin caer en pretensiones de cantautor y sin perder la frescura de un grupo punk-rock en plena forma.
Salvo el pequeño toque jazz de humor surrealista en “Está fascinada” y la crónica de la vida grisácea en el mundo soviético de “Enamorados de Varsovia”, todo el álbum es una colección de urgentes píldoras, entre el punk y la new wave más guitarrera, que se resuelve en apenas media hora. Sin embargo, la sesión de grabación original había sido más larga y cuatro canciones se quedaron fuera de la selección a publicar, canciones “disidentes” por diversas razones, que ni siquiera habían llegado a terminarse en el estudio...
El epílogo de “Todos están muertos” llega en el verano de 2009, cuando aparecieron las viejas cintas de la grabación de 1985 y, entre las canciones publicadas en su momento, se encontraron las bases de batería, bajo y guitarra de cuatro canciones olvidadas a medio grabar... Hubo que meter las viejas cintas de magnetofón en un horno, para que el calor les devolviera parte de su elasticidad original y poder escucharlas. Con cada pase de las cintas, los sonidos de la grabación se fueron quedando “pegados” en los magnetoscopios, junto a las vetustas emulsiones que se iban autodestruyendo con cada pase, pero se pudo digitalizar la información y terminar los temas con voces y guitarras de hoy día, permitiendo que estos cuatro nuevos-viejos temas vean ahora la luz por primera vez con los títulos de “Nabo”, “El anticristo”, “Western” y “Melmoth”

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